Ángel Alcázar de Velasco (Mondéjar, 1909 - Galapagar, 2001) fue un novillero, falangista, periodista y espía español.
De origen humilde, consiguió licenciarse en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca en 1932. Falangista de primera hora, en 1934fue condecorado con la Palma de Plata por José Antonio Primo de Rivera. Durante esos años empezó a ejercer el periodismo en la prensa falangista y el diario La Nación, viajando como corresponsal entre otros lugares a la guerra de Abisinia, donde conoció, siempre según sus memorias, al alemán Wilhelm Oberbeil, quien le introduciría en el Abwehr, el servicio secreto Alemán, en Berlín en 1935. El estallido de laguerra civil española le cogió preso en la cárcel de Larrínaga, en Bilbao, de donde consiguió fugarse. Acabada la guerra civil, trabajó para los servicios secretos alemanes durante la segunda guerra mundial.
En enero de 1940 conoce a Oberbeil, gracias a su amistad con Serrano Suñer, quien le propone ir a Londres en calidad de espía del servicio de inteligencia alemán Abwehr. Mientras otro español, Miguel Piernavieja, desde Londres se encarga de emitir informes para los alemanes, Alcázar de Velasco creaba una red de espionaje en España. Su papel principal en esta contienda era la información del paso de barcos británicos, de conseguir información de empleados de las embajadas inglesas y, finalmente, de un plan para volar el peñón de Gibraltar, para lo que viajó a nuestro país el mismo almirante Canaris.
Piernavieja es destituido de su cargo debido a su mala vida y enviado a la División Azul. Alcázar, cuenta en sus memorias, como por las noches se dedicaba a visitar los lugares de Londres bombardeados y dar cuentas a los alemanes para posteriores ataques, aís como de organizar guerrillas antifranquistas para enviarlas a España. Lamentablemente, la embajada española de Londres no tenía grandes medidas de seguridad por lo que la mayoría de las informaciones eran interceptadas por el MI5, servicio de inteligencia británico.
En otoño de ese mismo año, Alcázar contacta con De Gaulle como parte del Abwehr, en una misión que consistía en hacerle llegar varios millones de libras para la causa de la Francia Libre y así devaluar la moneda británica.
En sus memorias, Alcázar de Velasco muestra su propia visión sobre la contienda mundial y su carácter esotérico: un enfrentamiento entre los poderes ocultos del Wel, representados por los nazis, que defendían la civilización europea frente al “Gran Kahal” judío. Se trata de una personalidad profundamente antisemita, que piensa que tanto los aliados como los soviéticos forman parte de la conspiración judía internacional.
En marzo de 1941, Alcázar empieza a trabajar para Walter Schellenberg, jefe del espionaje de las SS, RSHA. Así se vio involucrado en la Operación Willi, en la que la gente de Walter Schellenberg intentó secuestrar al duque de Windsor en Portugal.
En 1944 viaja a Alemania donde se pone al servicio de la SS de nuevo y ayudará a la depuración del Abwehr, tras su reciente desmantelamiento debido al caso Solf (Solf Kreis) en febrero de ese mismo año. En Berlín, permanecerá hasta el fin de la II Guerra Mundial, según sus memorias, en el búnker de la Cancillería hasta el 24 de abril de 1945, fecha en la que logra escapar aSuiza y ser repatriado a España.
Una vez ya en España, siguió trabajando para los nazis, ayudando a huir de Alemania a varios dirigentes nazis, el más famoso de ellos Martin Bormann.
Fue tras la vuelta a Madrid de Ángel Alcázar cuando este comenzaría a trabajar para los japoneses en lo que sería su proyecto de espionaje más ambicioso: la red Tô(東機関).
Japón necesitaba desesperadamente conseguir información aliada, por lo que en pocos días desde su vuelta a Madrid, principios de enero, Alcázar comenzó a trabajar para ellos. Ante la falta de tiempo y las recomendaciones de Serrano, vieron en Alcázar el hombre que necesitaban. Es aquí cuando Alcázar empieza a enviar los informes bajo el título de “Red Tō”.
Las redes de espionaje japonés en los Estados Unidos eran desmanteladas y las alemanas no corrían mejor suerte, reside la importante necesidad japonesa de tener agentes que le mantuvieran informado, sobre todo en Estados Unidos. Esta necesidad es la que lo trajo a España que presentaba unas cualidades difíciles de encontrar, gracias entre otras cosas a su especial acercamiento con América Latina. De esta forma Serrano les propone que empleen a Alcázar, cosa que hacen, aprovechando la red de espionaje de este en Londres y la posterior creación de una en Estados Unidos, donde ya tenía varios agentes proveniente de círculos fascistas clandestinos.
La red Tō rápidamente comenzó a funcionar en la creación de información, generando más información que ninguna otra red de espionaje en los Estados Unidos. Es importante destacar que, aunque fue la mayor en cantidad, no lo fue en calidad. La calidad de la información que Alcázar vendía a los japoneses y a los Alemanes (es primordial saber que no había dejado de trabajar para estos últimos) dejaba mucho que desear, siendo en muchas ocasiones propias invenciones de Alcázar. Aún con tales inconvenientes los japoneses parecían no darse cuenta, y en caso de hacerlo preferían seguir recibiendo información, una información de la que los americanos estaban al corriente casi al completo.
Como revelarían los americanos tras la victoria aliada, siempre estuvieron al tanto de los movimientos de Alcázar, al que infravaloraban como espía. La información codificada manejada por los japoneses, como dejan ver en las revelaciones de los “Magic Summaries”, pudo ser decodificada por los americanos con relativa facilidad y desde el principio del conflicto gracias a la adquisición de los códigos.
La red Tõ se compuso, según las memorias de Alcázar, por veintiún agentes. Esto ha sido en muchas ocasiones objeto de controversia de algunos autores que consideran esa cantidad una mera invención mientras otros creen en la posibilidad de que todos existieran.
La red tō perdió casi toda su credibilidad cuando en un intento de cambiar el curso de la II guerra mundial. A comienzos del años 1943 intentaron convencer, actuando conjuntamente Suñer y Alcázar. Pero la alarma nipona saltaría con una supuesta información por parte de Alcázar que indicaba que se había desarrollado un intento de concertar la paz con Estados unidos sin tener en cuenta a los japoneses. Los japoneses alarmados contrastaron la información pregunta a alguno de los presuntos participante como Ribbentrop que desmintieron haber tenido alguna esos encuentros. La respuesta de Japón fue de crispación, de modo que Suñer y, sobre todo, Alcázar perderían su credibilidad en Japón. Lo extraño es que aún con tal situación Japón continuando comprando información a España, se supone que por la extrema necesidad de la información sobre el enemigo y la falta de recursos para adquirida por otras vías. El motivo del engaño había sido intentar conseguir que Japón hubiera atacado a Rusia, cambiando posiblemente, el curso de la segunda guerra mundial.
Los japoneses continuaron comprando información a Alcázar, que no era ya más que un mentirosos para ellos, hasta el final del conflicto.
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